lunes, 15 de septiembre de 2008

La Aldea, Recuerdos de niño


En la vida hay momentos alegres y momentos tristes. Los hay que se olvidan, que están en lo más profundo de nuestra mente, y otros que quedan muy presentes, por algún motivo desconocido.

La muerte está muy presente en nuestra vida. Mueren personas de nuestra familia, amigos y conocidos. Algunos tienen trascendencia personal, por el grado de cercanía o afecto, y otros, por algún extraño motivo, también quedan en nuestra memoria.

Recuerdo siendo pequeño el fallecimiento de mi prima Ángeles, pues hacía poco que habíamos jugado juntos.
El que más impresionó fue el fallecimiento de Nicolás Álamo. Era una tarde fría y lluviosa de invierno cuando se accidentó mortalmente en la presa de El Caidero de la Niña, que estaba en construcción.

Era de noche y su padre, José, pasó por delante de mi casa llorando y exclamando: "Mi hijo está mataíto". Yo pasé mucho miedo y tristeza, pues se unió el dolor de la muerte con la oscuridad de la noche, la lluvia y el frío. Yo me fui a acurrucar a mi cama, tapado con una manta.

Este caso es sobre el padre de un amigo. Una tarde de marzo, en plena zafra, estábamos participando de una "guerra de tomates" en La Placeta, cerca del almacén de Manuel Ruiz, donde estaba la antigua y hermosa plaza, y en una de éstas lancé uno con todas mis fuerzas y fue a darle a Nicolás Armás, padre, un señor muy alto y delgado. Mucho fue mi miedo de haberle causado daño. Él se comportó como un caballero y ni me llamó la atención. De todas formas yo me disculpé. Poco tiempo después falleció.

Otro que quedó en mi recuerdo, fue el chófer de un camión de Pepito Franco, a quien llamaban Perico. A la salida de la escuela de pago de don Federico, yo le había hecho algo a su hijo Fico y éste se quejó a su padre. Entonces el señor salió corriendo detrás de mí. Pensé que a mí, al ser bastante rápido, no me cogería, pero craso error, con tres zancadas me atrapó y me llamó la atención. Poco después, falleció este señor.

Y, por último, un chico del pueblo que era muy inteligente, un estudiante brillante, conocido por Pedro el de Tila, estaba estudiando en La Universidad de La Laguna la carrera de Química. En una de sus vacaciones en La Aldea estuvimos jugando al fútbol en el estadio de Los Cascajos y hablamos sobre los estudios y de otros asuntos de la vida. Al poco tiempo tuvo un accidente y falleció.

Siempre he tenido a estas personas, que Dios las tenga en su seno, en mi memoria. Espero que esto me sirva de catarsis y pueda librarme de tenerlos tan presentes en mi pensamiento.

No hay comentarios: