miércoles, 22 de julio de 2009

La Aldea de San Nicolás: El testimonio de sus montañas

Foto tomada desde Cactualdea, en Tocodomán, La Aldea de San Nicolás, Gran Canaria, España.
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Las montañas de mi Aldea adornan el paisaje, le dan un sabor entrañable, pues las llevo viendo y disfrutando de su esencia unos 60 años. Seguro que lo disfrutaron como yo mis padres, mis abuelos y el resto de mis ancestros.
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Cactualdea es un jardín donde han plantado miles de cactus procedentes de muy diversos países de todo el planeta. Es un lugar precioso, digno de ser visitado por todos los que se acerquen a nuestro pueblo.
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En el lugar donde se encuentra Cactualdea existía una finca cuyo dueño era el cura Vicente. Cuando él falleció se la donó al Obispado, pero en usufructo se la dejó a mi tía Hortensita. Allí íbamos los fines de semana con mis padres y jugábamos debajo de un árbol que llamábamos farroguero (algarrobo) y comíamos unas ricas farrogas (algarrobas).
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Al otro lado del barranco de Tocodomán se encuentra el barrio de El Hoyo, y sobre éste el pinar de Ojeda, Inagua y Pajonales, lugar donde mis abuelos tenían algunas propiedades donde cultivavan la almendra.
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Montañas de mi Aldea
esencia de mi pueblo
testigos de su historia
de su lucha y de su sangre.
Me emociono al contemplarlas
y pensar en todas sus vivencias
desde que vivían los aborígenes
y cuando llegaron los mallorquines
a fundar la primera ermita en la Playa.
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Luego arribaron los españoles
donde sufrieron una severa derrota
en la batalla de Ajódar.
Más tarde vieron cómo los españoles se repartieron sus tierras
y cómo los aldeanos lucharon a muerte por ellas.

Los nombres legendarios de La Meliana, Salvador Araújo,
Antonio el Indiano, el cura Vicente y otros valientes aldeanos
están esculpidos en las montañas de nuestro pueblo
por su valiente defensa de la tierra que les vio nacer.
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Las montañas de mi Aldea
las llevo prendidas en mi almay se la dejo en herencia,
como el más preciado tesoro, a mis hijos
y a todos los aldeanos que la defiendan con valentía,
orgullo y con un inmenso honor.
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Foto Juan Antonio

jueves, 16 de julio de 2009

La Aldea de San Nicolás: Jubilación de Francisco Suárez Moreno, Maestro, escritor y amigo

Acto de homenaje a Francisco J. Suárez Moreno en La Aldea de San Nicolás, en julio de 2009.

Francisco Suárez Moreno es amigo mío desde el día en que nos vimos por primera vez en el colegio Sagrado Corazón de Jesús, cuya sede era en aquellos momentos unos salones del Ayuntamiento de La Aldea de San Nicolás. Corría el año 1.959.
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Desde niño visitaba la casa de sus padres, donde me recibían con mucho cariño. Su padre, don Francisco Suárez Oliva, Siso, era un caballero, protector y aglutinador de su familia que me trataba muy bien y a quien yo apreciaba mucho. Y Juanita, su mamá, me tenía una gran estimación, viendo lo buen amigo que era de su hijo.

Yo había estudiado en la escuela de don Juan Márquez y él en la escuela pública La Ladera, por lo que no nos conocíamos anteriormente. Estuvimos estudiando todo el Bachillerato y el Magisterio juntos, siguiendo un paralelismo en nuestros estudios, terminando en la misma convocatoria de junio de 1.967.

Por aquella época formábamos un buen grupo junto con Juan José del Pino. Cada domingo nos reuníamos en el bar de Paco, frente al Cinema X, a celebrarlo con un vinito blanco y un plato de calamares. También juntos, acompañados de nuestras compañeras de curso, realizamos el viaje de Fin de carrera a la vecina isla de Lanzarote.

Paquito y yo continuamos nuestra amistad, unidos por el amor a nuestra tierra. Cada vez que llegaba a La Aldea me llevaba a las montañas para extasiarnos contemplando el valle que forma nuestro municipio o a disfrutar de la Playa, del Muelle y del Puerto.
Cuando terminó su carrera, Paquito se estableció en La Aldea, mientras yo lo hacía en Las Palmas de Gran Canaria.

Muy pronto él se dedicó a investigar sobre la historia de La Aldea, especialmente sobre la lucha de los aldeanos por la propiedad de la tierra.

Francisco Suárez con las presentadoras del acto de su jubilación y del programa de televisión local "El Rotulador", que él dirige.

Inicialmente él investigó la historia de La Aldea, especialmente sobre la lucha de los aldeanos por la propiedad de la tierra. Después de un arduo trabajo de investigación en distintos organismos y bibliotecas locales, regionales, nacionales, y de un intenso trabajo de campo publicó el libro El Pleito de la Aldea: 300 años de lucha por la propiedad de la tierra, en 1.990. Éste es un libro sensacional que rescata la odisea del pueblo aldeano por recuperar su identidad y su tierra.
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Posteriormente publicó otros libros muy interesantes rescatando personajes, hechos y Etnografía de La Aldea. En algunos de los cuales colaboré como corrector y asesor literario, lo cual fue un placer, pues todos los libros contenían valiosa información e historia de nuestro pueblo. Lo que podría ser una lectura un poco técnica o específica de la materia, a mí me parecía una novela que me atrapaba y me hacía difícil la corrección, por lo que tenía que dar varios repasos para que no saliera publicado ningún error.

Mi amigo Francisco Suárez Moreno, Paquito el de Siso, como se le conoce popularmente en el pueblo, llegó a la edad de jubilación, después de más de cuarenta años de docencia, en los cuales desempeñó su labor con profesionalidad y con mucho amor, tanto a sus alumnos como al trabajo que realizaba.
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Por su inmensa labor rescatando parte de la historia de La Aldea que se encontraba casi perdida para siempre, y que él supo rescatar con mucho trabajo y dedicación, legándola a su pueblo, el Ayuntamiento le nombró Hijo Predilecto, al mismo tiempo que le puso su nombre a una calle.

Acompañado por su familia: su esposa, madre, hijo, hermanos y tíos en el acto de su jubilación.

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Yo, como aldeano y como amigo, le doy infinitas gracias por el inmenso trabajo realizado investigando y conservando la historia de nuestro pueblo, y por apoyar todas las iniciativas que fueran en defensa del acervo cultural y artístico de La Aldea.
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Fotos Juan Antonio

lunes, 6 de julio de 2009

La Aldea de San Nicolás: Poesía pétrea en mi corazón

Gran Canaria es una isla volcánica que data desde hace 14 millones de años.


Los macizos de Tamadaba, Altavista y Tirma, situados en el noroeste de la isla, con el Risco Faneque de 1.000 m de altitud, que es uno de los acantilados mayores del mundo; y El Andén Verde, de unos 700 m, famoso por la carretera que bordea sus acantilados y que es motivo de susto y preocupación de muchos que la transitan y de otros que no se atreven a cruzarla.

La nueva carretera, que ya está en ejecución, salvará estos imponentes macizos con túneles y puentes. Afortunadamente, se conservará la actual carretera para los que quieran admirar estos milagros de la Naturaleza.


Al final de este imponente macizo se encuentra la Punta de La Aldea, mi pueblo natal.
Pueblo de mis sueños, de mis ilusiones y de mi eterno canto.
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Cuando me sumerjo en sus aguas se deleita mi alma
y cuando observo sus montañas mi alma llora y ríe
me uno a su esencia y me emociono hasta morir en vida.
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Aguas limpias y transparentes donde me bañé
y capté sus energías que me acompañarán mientras viva
no importando si me encuentro lejos o cerca de ellas
pues las llevo prendidas en mi alma como una rosa roja a su enamorada.
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Las montañas y el mar de mi isla siempre me acompañan
es la esencia que me permite vivir lejos de mi patria
la patria que me vio nacer, la que me enseñó a amar
la sombra de la higuera, los canteros de tomateros
el camino a la playa o el paseo por el barranco
las cabras de la finca o el saludo de mi pueblo
todos los llevo enmarcados en mi alma
y cuando vuelvo a mi patria
lloro, lloro y lloro, lloro de infinita alegría
y de pena tras mi marcha,
pero contento a la espera de un próximo
nuevo y esperado encuentro.
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Fotos Juan Antonio
Junio 2009