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jueves, 11 de septiembre de 2008

Fiesta de El Charco, La Aldea de San Nicolás

Vista panorámica de El Charco, antes de que el alcalde tirara el volador dando inicio a la Fiesta..

La Aldea de San Nicolás

15.000 se remojaron en El Charco



Al final, los amantes del remojón anual en El Charco dieron la razón al alcalde aldeano, Tomás Pérez, quien había sostenido los días previos que pese a caer este año la fiesta entre semana, la afluencia iba a ser grande en un día que se presentó sin sol, con cielo entoldado, ligera lluvia a ratos y con 15.000 personas en la costa.
El rito de todos los años se cumplió ayer en La Aldea de San Nicolás sin más variantes con respecto a ediciones anteriores que la ausencia del sol, aunque el día se presentó bochornoso, con una temperatura en torno a los 25-27 grados y con la fugaz aparición de goterones de lluvia que no empañó la brillantez de una fiesta que volvió a registrar una catarsis colectiva, con la asistencia de unas 15.000 personas, según los datos proporcionados por Protección Civil y Policía Local de La Aldea de San Nicolás. Se pesca la rica lisa con las manos o con cestas.
Desde muy temprano, los aldeanos, los que habitualmente residen en el valle y los muchos que suelen subir todos los años a compartir la fiesta, empezaron desde primeras horas del día a bajar hacia la playa, ocupando sitio bajo los tarajales del parque Rubén Díaz y poniendo en marcha unos tenderetes que alcanzaron su apogeo a primeras horas de la tarde, después del baile amenizado por la Banda de Agaete en el muelle y antes de que sonara el volador que indicara el momento del remojón en las aguas de El Charco.
Algunos adobaron la espera con un asadero de lapas cuyos efluvios impregnaban medio parque y repartían viandas entre los más rezagados. Rondallas, parrandas o, simplemente, grupos de amigos rasgueaban las guitarras y timples y ponían sonido a una tarde que avanzaba hacia las cinco, la hora emblemática del aviso para el baño.
Estos jóvenes tuvieron suerte de pescar una rica lisa.
El apogeo del rito tuvo una intensidad de media hora larga, mientras en la orilla la Banda de Agaete no cesaba en sus sones de «canarios somos, canarios seremos». Al final, del barrizal emergieron los últimos entusiastas de una fiesta que se celebró con absoluta normalidad.


Periódico Canarias7
Fotos de archivo