Muchos recuerdos me acompañan del barranco Tejeda - La Aldea, popularmente llamado el Barranco Grande, pues son muchas las experiencias a lo largo de mi vida en torno a él.
Las primeras son de cuando corría el barranco con tanta furia que se llevaba por delante el fuerte de Castañeta, dejando un erial lleno de piedras, y con la consiguiente reconstrucción de la finca en la zona de El Arenal. Mi padre tuvo una lucha constante con el barranco, con el fin de evitar que se lo llevara.
También son inolvidables cuando bajaba el caudal y ya se veían las saltaderas por donde cruzábamos contentos. Era toda una aventura atravesarlo hasta llegar a Castañeta.
Asimismo nos bañábamos junto a los amigos en las maretas o charcas, cuando ya el barranco bajaba adormilado con aguas claras y transparentes. Lo pasábamos en grande jugando en el agua.
Y cuando ya estaba seco iba en bicicleta por la mañana a buscar la leche. Tardaba en ir a buscarla, desde mi casa frente al cine Nuevo hasta la finca, entre tres y cuatro minutos, pues recogía la lechera sin bajarme del velocípedo.
Siempre era un placer pasear por el barranco en mis estancias estivales en la casa de la finca de Castañeta. Caminábamos por él pasando por los Cercadillos, el Molino de Agua, San Clemente, llegando algunas veces hasta Salado, después de cruzar los tres puentes. Las piedras del barranco, su vegetación y las altas y entrañables montañas formaban un delicioso paisaje donde nos encontrábamos en el cielo, disfrutando de la paz y el silencio que nos hablaban quedamente, de tal forma que nos quedábamos extasiados.
Haikus sobre el Barranco Grande
Espera un poco.
Por esas saltaderas
¡a Castañeta!
*
¡Llega el barranco!
Viene por Cercadillos
como un león.
*
Esos chiquillos
se bañan en los charcos
junto a los sapos.
*
Alpispas juegan
con sus algarabías
en el barranco.
*
Foto de la red