Ante esa lejanía nos hemos arraigado tanto que nuestro espíritu vuela desde cualquier sitio del mundo en que nos encontremos para aspirar su esencia que nos permita vivir con alegría y paz en nuestra alma.
Entre tanto icono de nuestro pueblo, surge el mar aldeano como la luz, la llama incandescente, el faro que nos guía y nos da fuerza para persistir en el camino, para continuar la diaria senda y para seguir con la llama encendida y con la ilusión de besar nuevamente nuestro pueblo, y bañarnos en sus aguas, en nuestro mar aldeano.
Yo he escrito mucho con gran devoción y amor a ese mar que nos cautiva y nos embelesa.
De ahí que la poeta chilena Marysol Salval (http://marysolsalval.blogspot.com/) me haya escrito con gran cariño este delicioso poema:
Ese mar, tu mar
Danza en el recuerdo
Y en sus aguas titila el brillo
De nostálgicos ayeres
Ora tristes, ora alegres
Vaivén sereno
De la historia de tu vida.
Ese mar, tu mar
Sabedor de todos tus secretos
Se mece en tu memoria
Enigmático y cómplice
Y te trae con la brisa
La humedad salobre de su encaje
El oro fino de sus playas
Y la algarabía de las gaviotas.
Nadar en sus azules aguas
Te vivifica y fortalece
Es refugio y consuelo
Es abrazo, es amigo
Es sueño y esperanza
Horizonte sin límites
Que te hace renacer
Una y otra vez.
Ese mar, tu mar…
© - Marysol Salval
Y yo, agradecido, le contesto:
Marysol:
El mar nos embriaga como el amor
nos llama, nos atrae y nos persigue
nos alienta y nos acoge en sus brazos
nos acuna y nos embelesa en sublime éxtasis.
Sin mi mar yo no podría existir
sin amor también estaría huérfano
en ti encontré el inefable y divino amor
y en mi mar la llama que me permite vivir.