martes, 4 de febrero de 2014

EL AMOR DE LOS ALDEANOS. Aldea de San Nicolás, Gran Canaria, España.



 Embelesado observo esta perspectiva
del pueblo que un lejano día  me vio nacer.

¡Que impresionantes montañas se alejan
de los pétreos monumentos comandados por  Los Cedros,
que se encuentran esculpidos a fuego en mi memoria!

¡Qué valle  tan hermoso  se extiende siguiendo los cauces
 de los barrancos de La Aldea y de Tocodomán
y que plácidamente desemboca junto al ancestral Charco!

¡Qué claro e inmenso mar que nos acoge amoroso
en sus límpidas aguas cada día en mi memoria
y que nos acuna en sus tibios brazos de nácar!

Se llenó de pena mi corazón al pensar que nuestros antepasados
nunca pudieron disfrutar de este increíble y maravilloso paraje
que nos llena de gozo y esplendor  nuestro más íntimo ser.

Pronto llegó  alto la voz de mi padre susurrándome
que desde hace tiempo ellos disfrutaban cada día de esos paisajes
y  rezaban para que algún día nosotros tuviéramos esa posibilidad.

Feliz de que cada uno, desde su perspectiva, estemos embebidos de amor
por esta plácida y encantadora tierra aldeana que nos acoge, nos seduce, nos acuna
y nos mima a  los aldeanos con sus amorosos, tiernos  y cálidos abrazos.

© Juan Antonio Quintana Hernández