viernes, 9 de enero de 2009

¡Qué bien lo pasaba!


El ping pong siempre ha sido uno de mis deportes favoritos.

Mi infancia fue realmente divertida. Desde pequeño mi interés máximo fue jugar al fútbol. Ya en mis primeros años mi padre me regaló un balón de reglamento que era más grande que yo.

Recuerdo que a los seis años de edad asistí por primera vez a la escuela de don Juan Márquez. En casa siempre repasaba las lecturas con mi padre o con mi primo Antonio, que vivía con nosotros. Era feliz, me gustaba ir a la escuela, así como jugar en los recreos, que tenían lugar en la Plaza.

Una vez los alumnos mayores recaudaron dinero para la Santa Infancia. Mi madre me dio media peseta como aportación, pero con tan mala fortuna que en el trayecto a la escuela se me perdió la moneda. Yo no me atreví a decírselo a mi madre. Juanito el de Félix, como representante de los alumnos, me preguntaba cada día:

-Juan Antonio, ¿trajiste tu aportación?

Y yo, muerto de miedo, pues era pequeñito y Juanito ya era un chico mayor, le contestaba que no.

-A ver si mañana la traes, aunque sean 5 céntimos.

Y él insistía cada día y yo le daba la misma respuesta.

Hasta que alguien le comentó a mi madre la situación y me volvió a dar una moneda para aquella buena causa.

Y yo me quité un gran peso de encima que me tenía abrumado.

El primer lugar de juegos fue el enorme solar que se encontraba muy cerca de mi casa, pero pronto edificaron allí el Moderno Cinema.

Más tarde jugaba al fútbol en la finca de los Calixto, donde el equipo local celebraba sus partidos de fútbol.

A los diez años pasé a estudiar para el Ingreso al Bachillerato en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, que se encontraba ubicado en unas dependencias del Ayuntamiento, pero pronto nos trasladamos al nuevo colegio construido con muchos sacrificios por los profesores: Srta Carmen Afonso, don Paco el médico y don Federico. Los consideramos unos héroes y a quienes les estamos muy agradecidos, pues gracias a ellos muchos pudimos estudiar.

En el antiguo salón del colegio, en el Ayuntamiento, se estableció la sede de la O.J.E (Organización Juvenil Española). Enseguida compraron una mesa de ping pong, tenis de mesa. Este juego me cautivó desde el principio, tanto que en poco tiempo conseguimos jugar bastante bien. En vacaciones de verano Gustavo y yo entrábamos por un postigo y practicábamos este deporte desde por la mañana. Muchas veces mi madre me tenía que ir a buscar allí para almorzar, cenar o para ir a la cama. Abelito y otros mandos de la Organización nos sancionaron con unos días sin entrar por habernos colado sin permiso. Y porque éramos reincidentes.

Gustavo era al que más me costaba ganarle. Antoñito Ramírez, que era mayor que nosotros, y que había aprendido en la ciudad, jugaba muy bien, estábamos casi a la par. Un día él quiso apostar el dinero que tenía para el cine y me dijo:

-Juan Antonio, ¿quieres apostar tres pesetas, que tengo para el cine, a tres partidos, los dos mejores?

- Bueno, le contesté. Yo sabía que no disponía de ese dinero, pero confiaba en ganar.

Después de una dura confrontación salí vencedor.

Él me dijo:

-Eres el ganador, te doy las tres pesetas.

-No, le contesté. Vete al cine con ese dinero.

Por lo que se fue contento, a pesar de haber perdido.

16 comentarios:

Bego dijo...

Que buenos recuerdos debes tener...

Saludos.

Unknown dijo...

hola juan antonio!!!!

que lindos recuerdos evocas !!!!!
se nota que has pasado una linda infancia........
gracias por publicarlos, ya que de esta forma vamos conociéndote cada día un poquito más......

un abrazo a la distancia, querido amigo

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Juan...

Muy bonitos recuerdos de niñez,los juegos de niños nunca los olvidaremos.

A mi me pasó algo parecido, pues mi padre tenía una mesa de ping pong en el patio de la casa y por su puesto ese fue nuestro deporte durante muchos años.

Gracias por el viaje al pasado.

Cordial saludo.

Juan Antonio dijo...

Bego, Adrisol, Rafael

Los recuerdos de niño nunca los olvidaremos, fueron momentos entrañables donde se mezclaba el juego, la amistad y la percepción maravillosa de la vida.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Mi partida de La Aldea (nos vinimos "de arrancada" para Las Palmas de Gran Canaria cuando tenía 9 años) fue un desgarro muy grande para mi pobre alma aldeana.

En la capital (al principio) todo era distinto, desde el aire con olores rancios hasta el habla coloquial muy distinta a la suavidad y al jango nuestro.
Se me aquellaba el corazón (era un familio todavía)con sólo pensar en ella, con sólo acordarme de mi abuela y tías, de todos los amigos tan lejanos -a pesar de la relativa cercanía-.

Sobreviví a ese periodo inicial de aclimatación gracias a los meses vacacionales de Navidad, verano y de Semana Santa en los que volaba como un singue para el terruño.

Me faltaba tiempo para coger el coche de hora, me saltaba la sesión de tarde y me encajaba en Camino Nuevo dos horas antes. El trayecto de la guagua hasta su destino final se me hacía interrrrmiiinaaable y cuando avistaba el valle, después de dejar atrás el Andén Verde, lloraba de emoción contenida al ver mis riscos, mis cadenas y mis barrancos de nuevo, sé que tú me comprendes.

Si me siento más aldeano que nadie (con perdón) y quiero tanto a La Aldea es por haber vivido fuera de alla tanto tiempo, idealizándola cada día, añorándola cada minuto, soñándola...

Un abrazo de aldeano a aldeano (beso para tu nieta, abuelo), Enrique el de Los Llanos.

Nerina Thomas dijo...

Ya contabas en tu niñez, con un alma pura y justa.
Estoy orgullosa de ti Juan!! de tu esencia.
un abrazo desde esta orilla

Nerina Thomas dijo...

No dejes de retirar tus presentes de mi humilde casita, pero llena de amor!!y para compartir!

Soñadora dijo...

Hermosos tus recuerdos de niñez, uno casi los siente cerca, y desde niños tenías un alma noble!
Besitos,

ADN PRODUCCIONES dijo...

¡FELIZ AÑO! PARA TODAS ESAS ISLAS AFORTUNADAS, Y A RADIO MARIA

Juan Antonio dijo...

Enrique

Fue muy fuerte tu salida de La Aldea en tan temprana edad. No pudiste saborear el aroma de nuestras montañas, de nuestro cielo y de nuestro mar aldeanos en momentos cruciales de tu vida. Ni el sabor de la amistad, los juegos y el contacto con el resto de la familia y vecinos.
Lo bueno es que ahora te encuentras en nuestro terruño que nos vio nacer y estás unido en cuerpo y alma a la esencia de nuestro pueblo.

Un abrazo.

Juan Antonio dijo...

Nerina

Soñadora

ADN Producciones


Les agradezco vuestra fiel visita y vuestro impagable cariño hacia este blog.

Un abrazo.

Unknown dijo...

Hola Juan Antonio:
Tierna historia infantil. Se observa que tu infancia fue bella y divertida, con algún que otro apuro por la perdida de la moneda.
La recuerdas y la narras como si la estuvieras viviendo.
Un gran abrazo de tu mar que nos circunda a las siete, más una muy graciosa.

sinespacio dijo...

Hola Juan, venga... hagamos una partida!!!
Un abrazo

Miriam Jaramillo dijo...

Es un gusto saludarte Juan Antonio. Me encanta como escribes... recordar es vivir.

maracuyá dijo...

Juan
cómo me gusta leer tus recuerdos. Ya te lo he dicho, me da ternura y me hace recordar mi infancia.
Un gran cariño

Lidia M. Domes dijo...

Ya de jovencito eras tan generoso...

Qué lindos relatos de infancia...

Gracias por compartirlos, querido amigo!!!

Un abrazo!

Lidia