domingo, 17 de octubre de 2010

La Aldea de San Nicolás: La historia de don José Matías, el Fotingo

Presentación en La Aldea del Triumph, ya restaurado, que perteneció a don José Matías, y superpuesta la foto del mismo con su Montesa.

Don José Matías era propietario de una panadería en El Estanco, aunque en su juventud se había dedicado a desempeñar el oficio de diligente propio, esto es, se encargaba de resolver asuntos o encargos de los aldeanos en otros pueblos, caminando por montañas y valles, salvando grandes desniveles por el escarpado y abrupto terreno.
Cierto día se levantó de madrugada para presentarse en el Juzgado de Guía a primera hora de la mañana, y a las 9 ya se encontraba dispuesto para ser recibido por el Juez. Éste le hizo entrar, pero muy a su pesar fue requerido para que entregara algún tipo de documento que no portaba en ese momento. Sin pérdida de tiempo tomó el camino de regreso al pueblo, a unos 50 Km. aproximadamente. Al cabo de unas pocas horas estaba de vuelta en el Juzgado y el Juez quedó perplejo, porque sabía que había tenido que recorrer de nuevo el trayecto Guía – La Aldea, de ida y vuelta, y que normalmente se tardaría medio día en recorrerlo una vez, y exclamó: “Pues usted corre más que un fotingo” (por el Ford T de aquella época.)
Feliz por haber solventado el encargo que le había llevado hasta el Juzgado Comarcal de la localidad norteña, comentó a todos que el Juez de Guía le había dicho que corría más que un Fotingo. Tanto lo dijo que se quedó con ese sobrenombre. Lo bueno era que a él le encantaba que lo llamaran así.
Le gustaba tanto la velocidad que con su moto Montesa de 125 c.c. protagonizó una historia legendaria. Allá por el año 1.960 La Aldea era un pueblo olvidado. No había mucha comunicación con la capital. Apenas el pueblo despertaba cuando recibíamos a alguna autoridad provincial o a Monseñor Pildain, Obispo de la Diócesis de Canarias. Esos días era una fiesta en el pueblo, los niños no asistíamos a las escuelas, sino que nos disponíamos a recibir solemnemente a aquellos personajes que nos parecían de otro mundo. Aquel año se anunció la Vuelta Motorista a Gran Canaria. Al fin llegó el día y un domingo por la mañana todo el pueblo estaba dispuesto para recibir a la caravana motorista formada por miembros de la Guardia Civil con sus potentes motos nunca antes vistas, ambulancias, enfermeros, jueces de carrera, periodistas, un vehículo grande con los mecánicos y repuestos, un camión escoba para recoger a los que se retiraban, más los coches y motos de la gente que seguía la carrera por toda la isla, como meros espectadores, situándose a los lados de la carretera, en lugares estratégicos.
Don José Matías esperaba impaciente en La Ladera con su Montesa preparada y cuando llegó el primero se unió a él y compitió con el asombrado motorista hasta La Playa. Cuando ése tomó ya el camino hacia Agaete, que era el siguiente pueblo, nuestro personaje se volvía raudo hacia La Ladera para empezar a competir con el siguiente que llegaba. Y así se pasó la mañana ante la alegría y el jolgorio de los aldeanos que lo jaleaban aún más cuando sobrepasaba a alguno de los motoristas, aprovechando el conocimiento de la carretera del pueblo.
El Sr. Matías era un enamorado de la velocidad y quería demostrar sus dotes con su moto.
Pero no a todo el mundo le gustaban aquellos alardes en pleno pueblo. Cierto día, sobre las 2 de la tarde, me encontraba en la Barbería de Antonio (Suárez Ojeda) en La Placeta, pues allí leíamos el diario. En ese momento nos percatamos que don José Matías iba y venía a toda velocidad por la antigua calle General Franco. Al poco tiempo apareció Panchito el Barbero (Francisco Suárez Segura) en la esquina de su casa, delante de la entrada de la Herrería de José Álamo, comentando con gesto serio que eso no podía ser, que era peligroso correr de esa forma por todo el pueblo. Allí esperó paciente a que regresara por donde se encontraba y lo mandó a parar. Yo no sé qué autoridad tenía, no sé si era Concejal del Ayuntamiento, pero sí sé que era un hombre de semblante adusto y que imponía respeto. Cuando estuvo a su altura lo paró y le recriminó su actuación y le dijo: Y ahora dejas la moto aquí y daré cuenta a la autoridad. No sé al fin qué sucedió. Tal vez posteriormente aquélla le habría llamado la atención y devuelto la moto.
Otra vez se encontraba en La Playa hablando con un amigo de su pasión por la velocidad. El Sr. Matías con su veloz Montesa y su amigo con una de mucha menos cilindrada, y menos cuidada. Era ese tipo de moto que cualquiera de nosotros le ganaría aun corriendo en bicicleta. Era tanta la diferencia que había entre una y otra que nuestro personaje le propuso echar una carrera dándole una buena ventaja de tiempo. Había que cubrir el trayecto entre La Playa y el pueblo, para lo cual le daría una ventaja de 5 minutos. Así se hizo. El amigo inició su camino lentamente, pues su vieja moto no daba para más. Don José partió a los 5 minutos a toda velocidad, él calculaba que ya por Los Molinos lo adelantaría y luego lo esperaría sentado en el Barranquillo La Plaza. Pero llegó a aquel lugar y no lo encontró, pensó que tal vez había corrido más de la cuenta, pero lo atraparé por Los Espinos, se dijo, dándose ánimos, pero tampoco lo encontró al llegar a aquel lugar. Cada vez aceleraba más para poder verlo, pero ni por La Ladera, ni por ningún otro sitio lo encontró. ¿Qué habrá pasado, cómo pudo llegar al pueblo y no lo encontré por el camino?- se preguntaba. Llegó al Barranquillo La Plaza y dio vuelta por todo el pueblo y no lo localizó. Al fin se volvió a su casa disgustado por el resultado, ya que lógicamente esperaba ganar.
Cuando al fin vio a su amigo le preguntó: ¿Cómo pudiste llegar hasta el pueblo y no te encontré? No lo sé- le respondió- yo corrí todo lo que pude y llegué rapidito.
Al final se supo que el otro lo engañó, pasó el puente del Barranco Grande y después de la curva de Di Stéfano (siento que no recuerde su nombre) se escondió entre los árboles y al poco tiempo vio a su amigo pasar a toda velocidad montado en su Montesa.
¡Le quise dar una broma!, comentaba risueño.


Un saludo a Paca Matías, a Fefo y a toda la familia, y me alegro que se hayan reunido en La Aldea para la presentación del coche de José Matías, un personaje entrañable de nuestra historia aldeana, pues como decía Gregorio Marañón: “El hombre es el que hace la historia.”


Con motivo de la presentación del viejo coche restaurado, un Triumph, modelo Herald 13/60, del célebre personaje popular, ya fallecido, don José Matías Llarena, mi amigo Francisco Suárez Moreno, Cronista Oficial de La Aldea de San Nicolás publicó en ARTEVIRGO un entretenido e ilustrativo artículo recordando la personalidad de este caballero.
Para leerlo, entra a (http://artevirgo.blogia.com/2010/100401-paisajes-y-personajes-en-el-recuerdo-vi-.don-jose-matias-el-fotingo.php)

1 comentario:

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Juan:

Gran homenaje le haces a ese gran personaje de tu aldea, personas como don José Matías forjan con su empeño la historia de los pueblos y sus legados son ejemplo para las nuevas generaciones.

Gracias por visitarme,

abrazos.