miércoles, 4 de febrero de 2009

La Aldea de San Nicolás. El camión de la Presa

Tortilla de papas. -Se me hace la boca agua, "usté".

Mi padre era un enamorado de la conducción de vehículos. Empezó a manejar a la edad de 15 años, cuando transportaba tomates desde el pueblo hasta el Muelle.

Él me contaba que su padre le ponía la segunda velocidad y llegaba a la playa sin cambiar. Para regresar, alguien le ayudaba a poner la misma marcha para llegar al pueblo. Así hasta que aprendió a conducir. A los 18 años sacó la licencia y estuvo conduciendo hasta los 85.

Trabajó de chófer en un camión de la Constructora de la presa de El Caidero de la Niña. Entró a trabajar en sustitución de su amigo Celestino que se había lesionado de forma permanente.

El camino a las presas, que era estrecho y de tierra, sin ninguna protección, era, por ende, sumamente peligroso. La peligrosidad aumentaba debido a que el camión era viejo y se encontraba en no muy buenas condiciones.

A pesar de todo eso, era un camino precioso, a lo largo del Barranco Tejeda - La Aldea.

Se sale del pueblo y se encuentra uno el barrio de El Molino de Agua, construido en la falda de una montaña, luego pasamos tres puentes y se llega a Salado, de muy pocas casas. Después de pasar el barranco de Tifaracás, se sube un desnivel considerable, utilizando unas cerradas curvas en zig zat hasta lo alto. A continuación se sigue hasta la Presa, y, a unos 500 m, se encuentran las casas donde se alojaban los trabajadores.

Varias veces se rompió el camión por lo que mi padre tenía que volverse caminando.

Una vez le pasó eso en la víspera de Reyes. Mi madre, mi hermana Marisa y yo estábamos esperando muy preocupados porque mi padre no aparecía. Al fín llegó a tiempo de colocar los juguetes en los zapatos de mis hermanos y en los míos.

Otra vez, yo le acompañaba cuando se rompió el camión en horas de almuerzo. Y como se tardaba mucho en recorrer los kilómetros, hasta llegar a la casa, me entró tanta hambre que le dije:

-Papá, ¿cuánto pagarías por una tortilla de papas calentita?

Y mi padre, para alargar la conversación, me contestó con otra pregunta:

-¿No será mejor unas papas sancochadas con sardinas?

Seguro que ocupados en esa charla gastronómica, se me pasó el tiempo hasta llegar a la casa.


























































































13 comentarios:

Natacha dijo...

Me quedo con la tortilla, madre mía... qué rica.. Con mi régimen hace años que no la como... y me chifla...
Un beso. Gracias por tu bonita historia.
Natacha.

maracuyá dijo...

ay la tortillita ahí ¿cuánto pagarías? no por el hambre, si no por saborearla en tan bello lugar.
Recuerdos lindos e imborrables como la voz de un amigo querido a través del teléfono.
Besos Juan

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Juan...

Bellos recuerdos de aquellos tiempos idos, tan felices que pasábamos los días acompañando a los viejos en sus labores cotidianas.

Recuedo que mi padre tenía un viejo camión "Internacional" y los sucesos eran muy parecidos a los que relatas.

Cordial saludo.

OshoMaestro dijo...

Juan Antonio:

Gracias por tu blog.

Recibe un gran abrazo.

Afectuosamente,

Gonzalo
http://osho-maestro.blogspot.com/

Marga Fuentes dijo...

A mi también, se me hace la boca agua, al ver esa tortilla maravillosa.
Tienes un precioso blog, Juan. Enhorabuena.
Un abrazo,

La Gata Coqueta dijo...

Que tendran los padres que siempre sabes como contentarnos hablando de vanalidades sin más y siempre estan acertados, por eso son nuestro padres!!

Hoy estamos en las mismas, las conduciones por los barrancos lo andan todo sin falta de carnet ni de seguro, fijate lo que te estoy diciendo, que ya no es el siglo anterior y al principio, pero se siguen haciendo las mismas picias.

Yo cuando estoy allí, siento el ruido para arriba y para abajo en un continuo ir y venir y solo cruzan la carretera para pasar al siguiente barranco y a seguir.

Y que conste que con eso y todo, no había los accidentes que hoy se producen, aun estando tan verdes e inseguros.

Un abrazo y a seguir y que sea lo que Dios quiera.

Unknown dijo...

Que bonitos son tus recuerdos infantiles Juan Antonio, lo narras que parece que lo estas viviendo.
Pues si, me comería la tortilla, las papas y las sardinas…
Mañana que no trabajo, hago tortilla de papas… a mirar la foto me dio ganas.
Un gran abrazo de mar y de islas.

toñi dijo...

Que bonito es recordar cosas de la infancia Juan .
Esa tortilla de patatas está diciendo comemé.
UN BESO

Maripaz dijo...

Juan Antonio, es bonito que aunque se estropeaba el camion, tu padre llegaba para poner los regalos de Reyes ... el cariño, todo lo puede !!!

Un beso

Colo dijo...

Hermoso relato de tu padre, me hiciste acordar cuando el mio me enseño a manejar...

Gracias por compartir momentos de tu vida!

Un abrazo!

moksha dijo...

Hermoso poder compartir recuerdos perdidos en el afán de los días.
Un fuerte abrazo, bello caballero.

SEISITO dijo...

Juan Antonio, parece que varios nos hemos encaramados en el camion del papá, muy linda historia, esos recuerdos no se olvidan nunca,y de la tortilla ni hablar se ve exquisita y respecto a tu comentario en mi blog, les digo a esa gente ociosa con sus mascotas..%&$#@#%&$ jajaja.
cariños chico guapo

Bego dijo...

Juan yo también me quedo con la tortilla de papas.
¡Riquísima!

Un saludo.