El alma aldeana
está muy presente
en cada piedra del camino
y en cada ahulaga de la montaña,
en cada tomatero labrado con esmero
y en cada aldeano que dejó su esencia
a lo largo de la historia en caminos y senderos.
Cada uno dejó su impronta a través de los siglos
luchando por la propiedad de la tierra
y por el agua que les permitió vivir
con dignidad y con confianza en el futuro .
Más de uno dejó la vida
defendiendo lo suyo
no importando si enfrente tenían
a un conde o a un marqués
o al gobierno de turno
que querían dejarlos sin manos y sin pies
para poder labrar la tierra
y tener el sustento de los suyos.
Ahora los aldeanos estamos alerta
ante un nuevo desafío:
nos quieren quitar el agua
que riegan nuestros campos
y nosotros estamos alerta
para defender lo nuestro
con fuerza y determinación
pues sin agua el pueblo se nos muere
y tendríamos que pensar en la emigración
y eso jamás sucederá ya que aquí se encuentra
la esencia de nuestros ancestros y el futuro de nuestros hijos .
4 comentarios:
Mal que pese el agua se esta convirtiendo en el pretoleo del siglo XXI y cuando pasen los años las luchas seran encarnizadas por conseguir agua potable sin estar adultterada ni tratada conseguida para los riegos de la recogida de los orines...
Un abrazo y feliz semana.
Marí
Vivir ilusionado
que bella locura
vivir sin ilusión
que atroz locura
despedirte la semana
que bendita locura
reunión y descanso
que sensata locura
caracolas y delfines
que armónica locura
seguir tus pasos
que acertada locura
María del Carmen
Gracias hermanito por esos versos tan preciosos.El agua es nuestra y nadie no las va a quitar.
Sobre el hombro
llevo un pesado equipaje
tejido con los hilos de la fantasía
del color de las estrellas
que me han ido hipnotizado
su interior esta vestido
con el glamour
de las sedas carmesí
bordadas con las plumas
de la libertad del pensamiento
hoy me acerco
y en silencio te invito
a que te saluden
los trémulos lirios
de las altas colinas
ellos en mi nombre
y en el suyo propio
te felicitarán
el presente fin de semana
entre calurosos aplausos
y tus densas pestañas
que con sublime
candor te miman,
se sentirán desvalidas
al recibir el suspiro del viento
como despedida.
María del Carmen
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