
Lo más peligroso de esta zona no son los precipicios, pues todos van con sumo cuidado para no caer, lo realmente peligroso es la caída de piedras y rocas sobre la carretera, pudiendo ocasionar muchas desgracias.
Yo recuerdo, siendo un muchacho, que íbamos por el Andén Verde en el camión de mi padre a la fiesta de Santiago, que se celebra en San Bartolomé de Tirajana, y tuvimos que pasar por una masa de tierra, piedras y rocas que había caído desde la montaña. Si todo aquel material cae sobre nuestro camión hubiera ocasionado una gran mortandad, pues iban mis padres, mis cinco hermanos, algunos primos y otros amigos de la familia.

Dentro de unos pocos años esa carretera quedará en la memoria histórica del pueblo, ya que el próximo mes de julio se iniciarán las obras de la nueva carretera, que incluirá puentes y túneles para salvar el abrupto terreno. Se olvidarán los miedos al pasar por allí cuando llovía o hacía viento, que era cuando solían caer las piedras. Sólo quedará en la memoria histórica las más de 350 curvas en el tramo entre Agaete y La Aldea. Lo que ahora es un auténtico suplicio recorrer los casi 36 km, que se tarda una hora, luego quedará en unos 18 km y se tardará unos 15 minutos, en una carretera segura y muy cómoda por la que transitar.
La obra se realizará en dos tramos, el primero entre La Aldea y El Risco de Agaete, que es el más peligroso, y luego desde éste último hasta Agaete.
Cuando terminaba la carretera del Andén Verde hacía La Aldea, se podía observar nuestro bello y querido pueblo. Entonces mi padre siempre decía jubiloso: La Aldeaaaa. Ya vamos a llegar. Aunque después se tardara una media hora en bajar por la carretera plagada de curvas hasta La Playa y luego recorrer los 4 km hasta el pueblo. Esa costumbre se ha quedado en nosotros que siempre manifestamos jubilosos que ya estamos muy cerca de nuestro hogar, cuando divisamos a lo lejos el pueblo.
Durante muchos años la carretera era muy estecha y en muchos lugares sólo podía pasar un vehículo, habiendo, cada cierto trecho, un lugar donde poder estacionar mientras el otro pasaba. De tal forma que los conductores debían estar atentos para ver quién tenía que parar, para no dar marcha atrás, por lo peligroso de la maniobra.
Posteriormente ya se ensanchó la carretera, pero sin medidas de protección del acantilado de 600 m de altura.
La nueva carretera no sólo evitará el peligro de conducir por ella, sino que servirá para abrir al pueblo a otras posibilidades y mejorar las perspectivas de trabajo y de comunicación para los aldeanos. También para que los grancanarios que no han visitado La Aldea de San Nicolás, por miedo a la carretera, se decidan a hacerlo y que puedan admirar las bellezas del oeste de la isla de Gran Canaria..
Fotos tomadas de la Red.