El cura Vicente falleció repentinamente en La Aldea de San Nicolás, en el año 1947. Algunos de sus adversarios políticos lanzaron voladores en señal de júbilo, pues se quitaban de arriba un duro contrincante. Lo cierto es que los caciques del pueblo querían apoderarse del agua de las presas que estaban en vias de construcción, mientras el cura apoyaba la opción de los agricultores, que consistía que el agua se repartiera proporcionalmente a las tierras que cada uno poseía. Sin embargo, a pesar de su fallecimiento, esta opción fue la triunfadora.
Este sacerdote dejó en usufructo sus propiedades a su hermana Hortensita, entre ellas la Finca de Tocodomán. Cuando ella falleciera pasarían a la Diócesis Canariensis. Aquélla, a su vez, se la dejó a mi padre para que la administrara.
Tocodomán es un barrio de La Aldea, situado a unos 5 ó 6 km, camino del vecino pueblo de Mogán.
En los momentos de bonanza mi padre convirtió tierras que eran eriales en otras de regadío. Los medianeros eran Juan Rodriguez, su esposa e hijos, a los cuales los considerábamos como de la familia
Los sábados yo era el encargado de llevar la paga de los trabajadores a Tocodomán. Había que ascender un buen desnivel, por lo que era pesada la subida en una bicicleta sin cambios.
Un día mi padre me dio un cheque por valor de 40.000 pesetas, que era un dineral para la época. En el banco me dieron un fajo de billetes de 100 ptas, eran demasiado usados, por lo que el conteo me costó un poco, tanto que don Manuel, el director del Banco Bilbao, situado entonces en la casa que luego habitó Manuel Ruiz, en La Placeta, me dijo:
-Chico, a ese paso vas a terminar mañana.
Me quedé colorado, puesto que la sucursal bancaria estaba llena de gente y tardé un poco en contar el dinero.
Siempre llegaba sobre la una de la tarde a Tocodomán, hora en que solían "soltar" los sábados.
Finalmente, quedaron dos buenas trozos de terreno, separados por la ruta hacia Mogán.
Cierto día mi padre estacionó su camión en la carretera, la cual era de tierra. Mi hermano Octavio y yo nos encontrábamos sentados en la cabina y yo jugaba con la palanca de cambios y con los pedales. Al cabo de un rato vimos como se acercaba un camión y yo le grité a mi padre:
-Papá, ¡viene un camión, yo lo voy poniendo en marcha!
Y diciendo esto, arranqué el motor y el camión dio un salto tremendo hacia adelante, pues estaba puesta una marcha. Enseguida apreté con todas mis fuerzas el pedal del freno, pero al mismo tiempo tenía pisado a fondo el acelerador, por lo que el camión, encabritado, iba arrastrando sus ruedas por la carretera. Cuando me percaté de ello, quité el pie del acelerador y el camión se quedó totalmente parado. En ese momento llegó mi padre, saltando al estribo. Estaba lívido. No pronunció palabra alguna.
Luego me percaté del peligro a que habíamos estado expuestos cuando vi las huellas de las ruedas muy marcadas en la seca carretera de tierra y que unos cientos de metros más abajo estaba el precipicio que iba a dar a un profundo barranco.
Mi ángel guardián siempre me ha protegido y gracias a él he podido salvar la vida varias veces, al cual estoy muy agradecido.
Glosario
Voladores.- Cohetes que se tiran en las fiestas o en señal de júbilo.
Cacique.-1. Persona que en un pueblo ostenta demasiada influencia. 2. Déspota, autoritario.
Soltar. -Terminar su jornada laboral.