viernes, 16 de abril de 2010

Ay mi Aldea de San Nicolás: Poema de nostalgia y amor

La Aldea de San Nicolás, Gran Canaria, España.,
. Espa
Ay mi Aldea cuánto te extraño
cuánta nostalgia anida en mi alma
cuántos recuerdos de mi amado pueblo
y cuántos sueños de mi vida en calma.
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Calles de juegos y diversión con mis amigos
campo de fútbol donde disfruté de verdad
plazas de paseos, charlas y amoríos
y el mar que escuchaba mi canto a la libertad.
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Ay mi Aldea linda, pueblo de mis amores
vierto mis lágrimas para regar los campos
que tanta sequía y dejadez sufrieron
y para aliviar mi alma de mis quebrantos.
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Pero hoy sonrío, mi terruño adorable
pues tú me esperas con los brazos abiertos
ya que el Atlántico me transporta en sus olas
y las gaviotas me dan un alegre concierto.
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Me saludan los riscos, los barrancos y las montañas
las palmeras, las tabaibas y las aulagas
los pájaros, los murciélagos y las perdices
y mi querido amigo que tanto me extraña.
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Amo al pueblo aldeano, amo su bonhomía
su idiosincracia, su alegría y su buen humor
su ánimo parrandero y su diario esfuerzo
y amo su espíritu abierto y emprendedor.
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Te doy un apretado y sincero abrazo
te diré que te amo con locura una vez más
y antes del último y definitivo viaje
te repito que así nunca jamás podré amar.
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Foto tomada de la Red
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Este poemita me lo inspiró al escuchar hoy la interpretación de la canción "Gran Canaria" al Grupo folclórico Los Gofiones.
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martes, 6 de abril de 2010

La Aldea de San Nicolás: La ruta de las presas, anécdotas y otras historias

La ruta que une La Aldea de San Nicolás y Artenara es una de las más hermosas que yo jamás haya visto en mi vida. El barranco camina encajonado entre riscos, algunas veces formando cañones impresionantes.
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Este camino lo he andado muchas veces, tanto a pie como en coche y cada vez que paso me impresiona como si fuese la primera vez.
Salimos del pueblo y pasamos por El Molino de Agua, seguidamente llegamos a La Fuente del Molinillo, que durante muchas generaciones fue el lugar donde la gente del pueblo se proveía de rica agua para tomar. A continuación pasamos por los tres puentes, el último de ellos en San Clemente, que es donde empieza a estrecharse el barranco, en dirección al pueblo, encajonado entre fincas. Subimos una larga cuesta y pasamos por Salado. En frente podemos observar el ubérrimo lugar de Pino Gordo. Continuamos el camino y pasamos el Barranco de Tifaracás. Más arriba encontramos la Presa de El Caidero de la Niña, la más pequeña de las tres. Después de la cola de la primera presa y, hacia la derecha, entramos por el Barranco de Siberio para observar la presa del mismo nombre, la única de las tres construida enteramente con piedra, técnica que no fue muy acertada, puesto que es la única que ha tenido grandes problemas de filtraciones, entre la pared y el risco. Varias veces subimos por el muro de la presa, ya que las piedras hacen de peldaños, como si de una escalera se tratara. En las otras dos hay que subir por una interminable escalera adosada al risco.
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Presa de Siberio, la única de las tres que se construyó con piedra, en el Barranco del mismo nombre.
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Volvemos al barranco principal, el de Tejeda-La Aldea, y poco más arriba se nos aparece la presa de El Parralillo, que tiene una capacidad ligeramente superior a la de Siberio, unos 4.570.000 m3.
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Vista desde la cima de Altavista, del Macizo de Pajonales- Inagua al fondo. En primer plano la cola de la presa de El Parralillo.
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Vista desde la primera cima de Altavista, del Macizo de Pajonales- Inagua al fondo. En primer plano la cola de la presa del Parralillo.
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Seguimos subiendo en grandes rampas y llegamos hasta un mirador donde se encuentra un viejo molino restaurado. Desde allí se pueden apreciar unas maravillosas vistas de las montañas del Macizo.

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Esculpidas las montañas
con un cincel divino
forman un sagrado altar
donde los canarios
elevan sus plegarias al cielo
y agradecen el regalo al Señor.
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Montañas que pisaron los aborígenes
disfrutando de la esencia de la tierra
respirando el perfume de las cumbres
que se elevan con sus enhiestas cimas al cielo
para tocar con sus dedos el manto del Creador.
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Poesía petrificada es mi tierra
himno de amor al terruño querido
sinfonía de olores, colores y fantasía
maravillosas huellas de nuestros antepasados
que nos dejaron grabadas en montañas y caminos.
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Seguidamente llegamos a Acusa donde hubo un tiempo que acompañaba a mi padre a buscar garrafas de un agua fresca y exquisita que salía de un chorro procedente de las cumbres, la mejor de toda la cuenca del Barranco.
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Fotos:
Rastatun (1)
Tania M. Artiles(2)