domingo, 28 de febrero de 2010

Así viví el terremoto en Chile


En estos momentos se restableció el servicio de internet después del terrible terremoto que sacudió a Chile de norte a sur, por lo que rápidamente me dispongo a informar a ustedes y tranqulizar a los que intentaron ponerse en contacto conmigo o que me enviaron algún email. En la ciudad de Concepción tuvo lugar uno de los mayores terremotos de la historia, llegando hasta 8.8 en la escala de Richter. En mi zona llegó a 7.

Gracias a Dios mi familia no sufrió daños personales sólo algunos materiales. El susto fue tremendo, pues durante dos minutos y medio vimos cómo se balanceaba nuestra casa y casi no nos podíamos mantener en pie en el jardín, al mismo tiempo observábamos al volcán Villarrica para ver si entraba en erupción, pero estaba tranquilo con sólo una fumarola al viento, como suele estar.

Hay otras zonas tremendamente damnificadas por el efecto del terremoto y posterior tsunami.
Nosotros estuvimos sin luz casi 24 horas, con el agua que teníamos en el estanque del Condominio tuvimos suficiente hasta que se reanudó el servicio de energía eléctrica. Quedamos incomunicados por teléfono, por lo que no sabíamos de nuestros parientes en la zona central de Chile, ni ellos de nosotros. Nuestra familia en España estaba muy preocupada al no tener noticias nuestras. A última hora de la noche de ayer pude contactar telefónicamente con mi hermana en España que se encargó de dar noticias nuestras al resto de la familia que se encontraban en España y en Chile. Fue una experiencia terrible, imagínense ver cómo se movía la casa durante tanto tiempo, dábamos saltos en el suelo hasta casi caernos, por lo que tuvimos que sentarnos en el cerco del jardín, pero ni aun así podíamos estabilizarnos . Pensábamos que nunca iba a terminar. Cuando por fin acabó entramos a la casa y estaba casi todo en el suelo. Luego, acompañados de continuas réplicas, fuimos a Pucón a buscar a Mayra que se había ido a una discoteca. Gran cantidad de coches abandonaban raudamente la ciudad en busca de una zona de protección y huyendo de la posible actividad del volcán Villarrica. La carretera se encontraba con desperfectos, pero llegamos sin problemas a la ciudad. Ella se encontraba en la discoteca cuando empezó el terremoto. En desbandada lograron salir todos y quedarse en los estacionamientos hasta que finalizó. Gracias a que abrieron inmediatamente las puertas de la disco pudieron salir sin ningún daño, pues en otro caso podía haber ocurrido una tremenda desgracia entre los jóvenes por aplastamiento. Ella contó que el techo se movía como si fuese de papel y que todo se cayó al suelo: botellas, vasos, los altavoces...

Actualmente, hoy domingo a las 17.30, se están produciendo continuas réplicas que nos hacen encontrarnos con un cierto mareo, pero que no me impiden informar a ustedes de esta terrible catástrofe.

Estamos al lado de las víctimas del terremoto, pues hay centenares de familias que se quedaron sin sus seres queridos, sin casa donde cobijarse, ni alimento para dar a sus hijos.

viernes, 19 de febrero de 2010

La Aldea de San Nicolás: Lluvia de haikus


Esta palmera
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acariciada y feliz
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da gracias a Dios.
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Baja sonriente
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el agua desde el risco
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sonrisa al cielo.
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Foto Marcial González.
18 de Febero 2010.
Temporales en La Aldea.

domingo, 7 de febrero de 2010

La Aldea de San Nicolás: Las lluvias, riqueza para nuestro pueblo

Foto del Arenal, Castañeta, La Aldea. Tal vez de los años 1.953 ó 1.954.

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Las tan deseadas lluvias han sido como la lotería para los aldeanos. En épocas de sequía, rezábamos para que lloviera. Siempre mirábamos al cielo para ver si era tiempo de sur, o si estaba cerrado, con nubes oscuras, sobre la cumbre, que era donde deseábamos que cayera la lluvia para que se llenaran las presas, o eran unas simples gotas que sólo mojaban la tierra, o eran para "más calor".
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Hubo períodos hasta de siete años sin caer una gota. Se pueden imaginar la fiesta que formábamos cuando llovía de tal forma que en poco tiempo se llenaban las presas, y empezaba a correr el Barranco de Tejeda-La Aldea, para nosotros el Barranco Grande, a llenarse los pozos hasta el brocal, a adornar las montañas todos los caideros, a llegar el Barranco de Tocodomán, popularmente llamado El Tocomanero", hasta Castañeta, donde se une con el Barranco Grande.



A veces corría tanto el Barranco Grande que producía grandes destrozos en las fincas y en las casas que se construyeron en su cauce.

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Cuando llovía mucho, mi abuela se santiguaba y exclamaba:

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-¡Ay, Santa Bárbara bendita, sólo nos acordamos de ti cuando está tronando!

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Y nosotros pedíamos:

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-¡San Isidro Labrador, quita el agua y pon el sol!

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Mi padre era partidario de cooperar en la construcción de un fuerte en la finca de José Sosa, entre todos los propietarios de las fincas que le seguían hacia abajo, puesto que por la de él, se metía el barranco e iba arrasando a todas las demás, pero, lamentablemente, muy pocos quisieron apoyar ese proyecto.
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En la foto se puede observar el destrozo producido por una crecida del barranco, que solía entrar por la finca del Sr. Sosa y continuaba por las otras hasta llegar a la de mi padre, Antoñito Quintana, para seguir a continuación por la del pariente Daniel, para luego unirse a la corriente principal del barranco, al chocar con el risco.
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Apenas se percibe la figura de un trabajador en funciones de recuperación del terreno y un trozo de fuerte que quedó en pie, puesto que la fuerza de las aguas abrió un enorme boquete por donde entró el barranco.

Foto actual del fuerte de Castañeta.

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El Arenal fue arrasado por la corriente varias veces y vuelto a recuperar para el cultivo por mi padre. La ruina era total cuando desaparecía el fuerte, un muro de piedra y cemento de grosor considerable que hacía de contención a las bravas aguas del barranco, y también el cultivo, la tierra y materiales que hubiere en esa parte de la finca de Castañeta.

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Finalmente mi padre decidió construir un fuerte que perduara en el tiempo. Le hizo unos buenos cimientos y aplicó abundante cemento y piedra con el fin de no tener que reconstruirlo nunca más. Y así sucedió con el que se percibe en esta foto.

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Una vez corrió tanto el barranco y con una crecida muy grande. Él se levantó muy temprano, aún sólo alumbraba la luna, y se sentó a observar hacia Castañeta, desde el lugar donde posteriormente se construyó el Matadero. Cuando aclaró el día vio que el barranco se había introducido en la finca y había arrasado todo. Se quedó pálido, meditando qué hacer para reconstruir todo cuando dejara de correr el barranco.

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Después de un par de horas de estar sin moverse, pudo observar cómo la altura del barranco iba descendiendo e iba apareciendo el fuerte.
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- Me llegó el alma al cuerpo, me comentó una vez recordando este episodio.

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Otra vez sucedió que por la tarde fue toda la familia a ver los tomateros del Arenal. Tan hermosos estaban, amarrados al burro, y llenos de óptimos tomates que nos mirábamos en él.
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A la mañana siguiente, mientras aún estaba mi padre en casa desayunando, llegaron los medianeros y le dieron una mala noticia:

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-Antoñito, anoche entró el barranco y se llevó todo el Arenal.

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-Habrá que reconstruirlo de nuevo, dijo con mucha paciencia y tranquilidad.
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Las inundaciones y destrozos del año 1.953, fueron terribles, como se puede ver en la imagen primera. Los hombres recuperaron el terreno para el cultivo a pico y pala.




Correntía de agua. Imagínense un barranco como éste bajando por nuestras calles.
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El Barranco de Tocodomán nace en El Hoyo, por lo tanto, no tiene mucho recorrido, pero cuando llueve por la zona alta, con mucha intensidad, acumula en poco tiempo un gran caudal y con facilidad se desborda y se lleva por delante todo lo que está a su paso.
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Recuerdo una vez que se metió en la finca de mi abuelo, que la llamábamos El Barranco, justo frente del Matadero, ocasionando grandes destrozos.
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También cuando bajó en tromba por la calle principal, General Franco, y desaguó por el callejón entre la casa de mi abuelo y la de Paquito el Cubano, frente del Cine Nuevo, siguiendo por las fincas hasta unirse al Barranco Grande. Probablemente entró por El Estanco recorriendo, como si de un paseo triunfal se tratara, la calle principal.
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Vagamente recuerdo cuándo el barranco se llevó por delante el puente de La Playa, dejando al pueblo incomunicado con la capital de la isla y con el puerto. Por fin lo reconstruyeron a conciencia perdurando hasta nuestros días.

Estas son imágenes que quedan en nuestra retina y que salen a la luz cada vez que se llenan las presas, cuando llueve por la Aldea o hay sequías.

Nosotros seguimos la costumbre de mi padre que siempre que llueve o hay atisbo de que ocurra, llamamos a alguien del pueblo para preguntar si ha llovido, o si se llenaron las presas, pues sabemos que en la lluvia está la lotería para los aldeanos.

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Fotos cedidas por Paquito el de Ciso y otros amigos aldeanos.